Tres versiones de "La Gaviota" en Buenos Aires: ¿qué hace que esta obra de Chéjov nos siga fascinando?

Si Hamlet es la obra de las obras, la condensación de la condición humana y decir su nombre es sinónimo de imaginar un teatro, es probable que La Gaviota, de Antón Chéjov, esté en el segundo lugar. Es un puesto que podría debatirse entre otros grandes tótems de la literatura teatral, como La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca; Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, y Esperando a Godot, de Samuel Beckett. Pero no hay dudas de que entre estas piezas, se define un poderoso capital simbólico de lo que es llevar un gran clásico al escenario.
Este notable escritor ruso, que murió a los 44 años de tuberculosis, logró en su corta vida sintetizar un modo de estar en el mundo de la sociedad de su época, sin poder quedar capturado en ninguna corriente específica. Fue tan innovador que sus historias necesitaron el desarrollo de un nuevo método de actuación para poder encontrar verdad en la forma de decir esas palabras y ahí apareció el Teatro de Arte de Moscú, con la figura del director Konstantín Stanislavski y su expandido método de interpretación.
Algunos ubicarán a Chéjov dentro del realismo, otros lo verán mucho más simbolista. Su fuerza vital, su enorme contemporaneidad, es justamente que su obra no puede encapsularse en ninguna analogía. En La Gaviota siempre se descubre algo nuevo, un color diferente y una advertencia sobre el futuro, latente en un texto arrojado al mundo a fines del siglo XIX.
Muriel Santa Ana y Rubén Szuchmacher, actriz y director de "La Gaviota" en el San Martín. Foto: Carlos Furman/TSMTan potente y moderno que ahora en Buenos Aires hay tres puestas de La Gaviota en cartel. A la propuesta íntima e innovadora que el director Guillermo Cacace estrenó en 2023 y todavía se mantiene en cartel, luego de girar por el mundo y hasta representarse en Moscú, se suman otros dos espectáculos: en el circuito independiente se presenta una versión del director Carlos Scornik, quien creó una compañía que se dedica a investigar y montar las obras de Chéjov; y en la mítica sala Casacuberta del Teatro San Martín, el reconocido director Rubén Szuchmacher presentó su propia versión, con la actriz Muriel Santa Ana como una de sus protagonistas. ¿Qué es lo que todavía nos falta descubrir sobre esta obra?
“Hay muchos aspectos que resuenan de La Gaviota en este presente, pero si tengo que elegir uno, donde encuentro la mayor resonancia es en el cinismo. Es decir, en ese comportamiento de quien siendo consciente de lo destructivo se relaja en la complicidad de 'fingir demencia'. La maestría en él es dejar ver esas conductas sin moraleja moralizante, sin adoctrinamiento intelectual alguno, convidando la complejidad de las tramas donde eso se urde y uno puede habitarlo con incomodidad”, sostiene Cacace, quien ensayó su obra antes de la pandemia, imaginando una puesta a la italiana.
Pero frente al encierro generalizado y la imposibilidad de verse, surgió una necesidad de cercanía con el público que se volvió motor de la propuesta: 24 personas se sientan junto con las actrices (todas mujeres) alrededor de una mesa, comparten vino y la historia acontece: “La renuncia a lo previo fue solo rendirse frente a las evidencias de lo que adviene. Eso no buscado que te conmueve desde lo que revela. Hay un permiso a no inhibir un nivel de conmoción lacerante que desde siempre me propuso el cuerpo de las actrices al no quedar la insatisfacción o el dolor en un plano meramente enunciativo”, agrega.
"La Gaviota", en la puesta de Guillermo Cacace, en Apacheta Sala Estudio.En oposición a esta puesta, la obra que dirige Rubén Szuchmacher en el Teatro San Martín en una sala para 500 espectadores, se ocupa de acentuar la mirada simbolista, casi impresionista presente en el material, con una escenografía diseñada por Jorge Ferrari que se hace cargo de las materialidades de este paisaje ruso: la madera del escritorio, el diseño de las sillas y el fondo de un espacio rural de hojas de otoño, que parece un cuadro que se fusiona con la simpleza de un tablón de teatro y un telón de color pastel que queda volando en medio de la naturaleza. La puesta es sutil y preciosista al mismo tiempo.
“La Gaviota es una obra que trabajé toda mi vida, pero nunca la conocí como hasta ahora. Es una obra sobre la literatura, no sobre las pasiones humanas. O en todo caso, tiene que ver con el amor pero el canal es la literatura”, sostiene Szuchmacher y comienza a citar la cantidad de ejemplos en que los personajes citan obras y textos de otros escritores y hasta frases que están presentes en los cuentos de Chéjov.
Además, la discusión estética presente en la obra respecto a las nuevas formas: “No hay que pintar la vida tal como es, o tal como debería ser. Sino como la vemos”, dice Kostia y la discusión adquiere en algunas escenas un nivel pasional, que excede las relaciones vinculares. “Yo soy más talentoso que todos ustedes, si quieren saberlo”, dice el hijo a la madre. “Ustedes, los rutinarios, que se apropiaron de los primeros lugares en el arte y consideran que solo lo que ustedes hacen es legítimo y auténtico y a todo lo demás lo aplastan y lo asfixian. Yo no los reconozco”. A esto, la gran actriz le responde: “¡Decadente! Volvé a tu querido teatro y seguí haciendo esas obras lamentables y mediocres.Yo nunca actué en unas obras así, déjame en paz, ni siquiera estás en condiciones de escribir un vodevil lamentable. Burguesito de Kiev, parásito, miserable, andrajoso”.
"La Gaviota", en la versión de Carlos Scornik, en el Patio de Actores.Szuchmacher cita esta escena y plantea: “Las veces que me he peleado con mi madre, jamás me dijo esas cosas. Creo que así no se pelean una madre y un hijo, más tradicionales. Hay una discusión estética. Por supuesto que hay una tensión ahí, que tiene que ver con el amor”. Muriel Santa Ana interpreta a esta mujer egoísta y soberbia que Chéjov eligió como la gran artista de su obra y es uno de los puntos altos de actuación de este espectáculo, magnética y autoritaria, sin soltar el humor constante que contiene a la pieza.
En el Patio de Actores, el director Carlos Scornik desarrolla una puesta minimalista, con ocho sillas, una mesa y una pantalla de proyección de imágenes, aunque prevalece el cuerpo de los actores en escena. “La Gaviota es actual porque habla del amor. Especialmente del amor no correspondido, tema universal del ser humano hasta nuestros días. También habla de un mundo de personajes relacionado con el arte( escritores y actores) y del éxito y el fracaso que nos acompaña actualmente a los artistas.Y nos conmueve con su mensaje y nos anima a seguir adelante”. Este ánimo se sintetiza para este director en una frase que plantea Nina, en el cuarto acto de la obra: “Hay que resistir. Cuando pienso en mi vocación no le temo a la vida”.
*La Gaviota, dirigida por Carlos Scornik, se presenta los viernes, a las 22.30, en el Patio de Actores, Lerma 568.
*La Gaviota, dirigida por Guillermo Cacace, se presenta los lunes, a las 20.30, y los sábados, a las 20, en Apacheta Sala Estudio, Finochietto 487.
*La Gaviota, dirigida por Rubén Szuchmacher, se presenta de miércoles a sábados, a las 20.30, y los domingos, a las 19.30, en la Sala Casacuberta del Teatro San Martín, Corrientes 1530.
Clarin




